TEMA 4: mitos y
leyendas
Los
mitos: buscan responder a las
grandes preguntas universales que se han hecho los seres humanos de todas las
épocas acerca del mundo y la humanidad. Por ejemplo, ¿Cuál es el origen del
universo?, ¿cómo surgió el ser humano?, ¿qué ocurre después de la muerte? Sus
historias transcurren en tiempo lejano e indeterminado. Abundan personajes como
titanes, dioses, semidioses que se mezclan e interactúan con los seres humanos.
Las
leyendas: ofrecen explicaciones acerca
de diversos aspectos del entorno natural y del origen de las tradiciones de un
pueblo en particular. Por ejemplo, el origen de determinada vegetación, o de
ciertas especies animales, o de determinadas costumbres. En ocasiones, es
posible determinar la época en la que transcurren y la existencia histórica de
algunos de sus personajes.
Actividades:
a-
Leer
la Leyenda del Timbó.
b-
¿Cuál es el hecho real
que se explica en el texto?
c-
¿Cuáles son los hechos
maravillosos o fantásticos que se usan para explicar ese hecho natural?
d-
¿Cómo son los
personajes que aparecen? Descríbelos brevemente
e-
¿Dónde transcurren los
hechos mencionados? ¿Reconoces esos lugares?
Buscar y leer la leyenda del ceibo y completar el siguiente cuadro.
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Leyenda del timbó
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Leyenda del ceibo
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Personajes
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Tiempo
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Espacio y lugar
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Leyenda del Timbó
En
la vasta llanura chaqueña la vida era fatigosa y dura durante los meses de
verano. Atravesando grandes distancias, a pie o a caballo, se encontraban los
pueblos visitados de vez en cuando por algún ciego y su lazarillo. La llegada
del ciego con estampas y baratijas y algunos libros de viajes o vida de santos,
era siempre un acontecimiento; y al modo de los juglares, el viajero encontraba
hospitalidad y afecto en los abnegados pobladores del Chaco legendario. Un día
Timbó, anciano ciego, atravesaba el campo chaqueño con la ayuda de su
lazarillo. La bolsa contenía los alimentos para el viaje y los libritos para la
venta. La mano apoyada sobre el hombro de su lazarillo se hacía cada vez más
pesada; y la luz brillante del sol ardiente de verano castigaba la mirada dulce
niño, a quien Timbó amaba como a un hijo.
Iban
atravesando una cañada. Era a la siesta. El niño miró hacia el cielo y vio a
los pajaritos volar libremente; miró hacia el bosque... y la agreste selva
parecía entonar allá lejos, con la música del ramaje verde, himnos de libertad
para invitarlo a disfrutar de un derecho común. Él, siempre había tenido que
vivir sujeto a Timbó, el amigo que lo trataba bien, pero cuya mano temblorosa
siempre sostenía sobre el hombro como un peso que lo esclavizaba.
No
había tenido amigos de su edad. Estas reflexiones dieron al lazarillo una
fuerza extraña..., tan extraña, que sin saber cómo, separó bruscamente la mano
de Timbó y echó a correr en busca de su libertad. El ciego no pudo comprender
lo que pasaba. Llamó al niño una y otra vez. Lo esperó confiado porque lo amaba
y creía en su lealtad. Sus ojos en eterna noche no pudieron contar las noches y
los días; pero él esperaba... esperaba... echando el oído en tierra con la
esperanza de escuchar sus pasos.
Un
día, el viento de la cañada se mostró implacable; la lluvia le caló los huesos,
y un frío de muerte recorrió el cuerpo del anciano. De pronto creyó escuchar
unos pasos; una tibieza amorosa recorrió su cuerpo, y derramando cálidas
lagrimitas, se sintió transportado a una región muy hermosa. El corazón no le
latía más.
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